Mi templo

El calor de unos labios agrietados por el frío intenso de mi alma... no te acepté conmigo ni el apoyo que me dabas. El río que desborda, hace daño con fuerza arrastra las caricias y los besos que guardamos. ¿Dónde estaba mi cuerpo? para sujetar la corriente, con mis manos. Cuánto perdí en esas aguas... y cuánto perdiste tú a mi lado. Fue una iglesia de piedra, tu luz barrió el vidrio coloreado luz que se perdió tenue en mi oscuro templo, al otro lado. Hoy te busco, amor de mi vida
para quizá aliviar tu cuerpo, de sangre derramada y arrojar en ti el calor que emanaban los labios.
Y una canción desesperada.