Tu recuerdo.
Solía hundir mi alma en tu cuello Ahora no te necesito cerca para olerte y sangrar. Solía hundir mis dudas en tu pelo Puedo acariciarte, pero no lo sentirás.
La brisa ahora recorre las calles, vacías... y el aliento de algún beso de verdad yo veo algo viejo, deteriorado, esperando. Un día brilló, y sin el cuerdo, aún existe. Vacío e inerte.
Hay una sombra que no conozco y que me ayuda. Haz ruido, más fuerte, pues ahora necesito las palmas blandas de tus manos
para levantar el peso muerto de mi cuerpo. ¿Y qué hay de mi?

Soy el alma de un hombre que no lame sus heridas. Soy el alma de un hombre al que solías amar. Que la sangre se hace costra y endurece y cicatriza al caminar.
Que la sangre se hace costra y endurece. Niña...